Antelope Canyon
Dejamos el coche en el aparcamiento habilitado y esperamos nuestro turno para montar en el todo terreno que nos llevará hasta el comienzo del Antelope Canyon, donde nos sorprende una enorme grieta de varios metros de altura, pero de pocos metros de ancho.
Atravesamos el cañón con la boca abierta, alucinando de lo que presenciaban nuestros ojos. Cámara en mano y la vista bien abierta, íbamos recorriendo el cañón, con la ayuda del guía navajo que, en todo momento, nos daba consejos de cómo hacer cada foto. Cada segundo y cada rayo de luz dependía para que saliese una fotografía u otra. El enfoque, los colores, los rayos del sol…, todo era importante para sacar una instantánea u otra. Sin duda, un regalo para los ojos.
El cañón fue formado por la erosión que ha ido dejando el agua y el viento a lo largo de millones de años. Es un cañón bastante estrecho, en muchos lugares apenas entran dos personas, una que va y otra que vuelve, teniendo que ser necesario dejar paso a otros grupos de visitantes.
Antelope Canyon es de esos lugares que se te graban en la retina para el resto de los días. Las formas de las rocas, las paredes erosionadas, circulares y dejando diferentes colores en función de cómo y cuándo entra la luz del día. Un lugar mágico!
Finalizamos el cañón, de apenas un kilómetro, y regresamos por el mismo lugar. A la vuelta, la diferencia de luz y colores del cañón nos vuelve a sorprender! Una vez fuera, regresamos al punto de partida en vehículo todo terreno, charlando con el guía navajo, muy majo, por cierto, algo raro en territorio navajo.
Ruta 100% recomendada si se va a visitar el país por esta zona. Es un espectáculo para los ojos y toda una obra de arte natural!
Tipo: Todo Terreno
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